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Image Málaga, 19 nov (EFE).- Daba la sensación de que no iba a llegar nunca este día que anunció hace algo más de un mes, en un vídeo de más de cuatro minutos y medio que invadía de agradecimientos, de nostalgia y de emoción que establecía el punto y final de una carrera increíble, impensable en su momento y fijaba para Málaga, para la selección, para la Copa Davis del 2024 que acaba de terminar para el equipo español y para Rafael Nadal.

Fue una mañana de un 10 de octubre cuando el mejor deportista español de la historia hacía público el mensaje, elaborado y meditado en el que asumía su nueva realidad, distante de la cancha, abocado por las lesiones que le han acosado en los dos últimos años y que frustraron cualquier intento de volver a ser el que fue. El que pudo tantas veces con tantas dolencias, el que salió airoso de cada contratiempo. El capaz de lo imposible, el ilusionista experto en llevar a la realidad los sueños. Los suyos y los de sus seguidores.

Eran momentos de indecisión, de resistencia al adiós, de fe a sus fuerzas de bregar contra el destino, la naturaleza o la realidad. Lejos de los momentos decisivos y del potencial de sus rivales confió en asentar la buena salud y recuperar su capacidad. Y elegir el final. Se había Image ganado el derecho.

Pero los pasos por cada evento eran ya una despedida. El público, el seguidor, tenía más asumida la marcha de su ídolo que el propio jugador que daba la sensación de esperar hasta el límite, hasta que no hubiera remedio, hasta que sintiera que el devenir le llevaba a la puerta de salida.

Así pasó en Barcelona, en Madrid.. especialmente en Roma, donde miles y miles de seguidores querían una respuesta y que asistiera a la fiesta prevista tras perder con el polaco Hubert Hurkacz en segunda ronda.

Daba la sensación de que no iba a llegar nunca aquello que anunció en un video de poco más de cuatro minutos, cuando empezó la cuenta atrás, cuando arrancó la despedida que llegó, el principio del fin que se ha escrito.

Momentos para recordar que este deportista único abrazó veintidós Grand Slam, más que nadie después de Novak Djokovic, catorce en Roland Garros, el mejor de siempre, con 92 trofeos del circuito en su mochila más los obtenidos en la Copa Davis, 209 semanas como número uno, con dos medallas de oro olímpicas, una individual y una en dobles y un sinfín de reconocimientos individuales.

Málaga fue el epílogo, la ´ultima página, el adiós, the end. El final de una bonita y legendaria historia.